Una luz en la ventana
Número de Páginas: 80
ISBN: 979-864-165-738-7
Nuestra vida transcurre como si hubiera una habitación en nuestro interior, donde reside todo lo que hemos recibido del tiempo y generaciones anteriores; y, además, lo que hemos vivido durante nuestra propia existencia: lo heredado, los recuerdos, las enseñanzas, las vivencias personales, los tropiezos, las alegrías, .… La ventana de esa habitación es mucho más que los sentidos externos: es lo que comunica la razón y la conciencia con la realidad y el más allá. La ventana es el alma.
Por la ventana entra la percepción de lo trascendente – la luz -; pero si la ventana permanece cerrada, deja a la habitación confusa, con dudas que no pueden disiparse por sí mismas. Con ese doble estado en el que vive esta habitación y lo que ella contiene – luz y oscuridad – se expresan todas esas diferentes experiencias por las que la habitación y su ventana pasan durante su existencia, al igual que ocurre a lo largo de la vida de un hombre.
Desde allí recapacita sobre la concepción del tiempo como algo trascendente, inacabado, alejado de la visión a corto plazo de la vida; ve cómo evoluciona en la vida la concepción de lo infinito, desde la ignorancia natural de la infancia a la certeza que alcanza en la ancianidad, pasando por el miedo a lo que no tiene fin y no se conoce; y asume cómo esa visión espiritual de la vida – que se percibe desde la ventana – observa el horizonte y navega por el mundo sufriendo diferentes vicisitudes, con suficiencia, pero que reconoce que necesita de la luz para conducirse.
También recorre las etapas de la vida: unas en las que cada persona llega a encerrarse en sí misma y aislarse del exterior, que es como cerrar la ventana, olvidarla o perderla; otros momentos de actitud más mística, desprendida de lo material, representada por la luz que entra por el rosetón de una catedral; y, al final, la proximidad de la muerte, reflejada en las paredes derruidas de la habitación, los muebles rotos, que el hombre combate abandonando ese cuarto y viajando con la propia ventana hacia el horizonte.